viernes, 4 de enero de 2013

7-Despedida

USHUAIA, viernes 4 de enero de 2013

Era mi último día en la capital de Tierra del Fuego. También el de Félix, quien partió cerca del mediodía con la promesa de reencontrarnos en Buenos Aires. Oliwia tenía razón  y mis zapatillas ya estaban secas por la mañana. Había conocido a la polaca dos noches atrás, cuando en medio de la madrugada sentí que alguien tocaba mi hombro con la punta de sus dedos. Al abrir los ojos sólo pude ver una silueta femenina que me decía algo así como: “¡Izquierda… derecha, izquierda!” Le dije que no comprendía lo que me decía y haciendo un gesto de resignación se volvió hacia su cama que estaba cerca de la mía, pero antes de acostarse se volvió y agregó. “¡Usted ronca mucho!”. La pobre Oliwia no conseguía pegar un ojo debido a mis ronquidos y me despertó para pedirme que girara mi cuerpo hacia la izquierda, con la esperanza de que así dejaría de roncar. Después había cuidado que mis zapatillas se secasen y muchos días más tarde, cuando ya mi viaje había finalizado, nos reencontraríamos también en Buenos Aires.

Aquel viernes fuimos al Museo del Fin del Mundo, donde nos enteramos más cosas sobre la historia de Ushuaia y de la Provincia de Tierra del Fuego. El museo tiene dos sedes y por el precio de una misma entrada se puede ingresar a ambas. Nos acompañó Michelle, una brasileña que recién había llegado al hostel. Después las chicas se fueron a un lugar llamado Playa Larga y yo me quedé unos minutos más en el museo con Michelle, luego cruzamos hasta el puerto donde hicimos estampar en nuestro pasaporte el sello de “Ushuaia-Fin del Mundo”.





Un rato más tarde me tomé un colectivo que me llevase hasta Playa Larga donde me esperaban Laura y Marianela. El colectivo demoró media hora en venir y una media hora más en llegar y como me dejó sobre la ruta debí caminar otra media hora hasta llegar a la playa. Pero valió la pena. Desde la playa puede divisarse toda la ciudad de Ushuaia y hacía tanto calor que algunas personas hasta se metían al agua.  Nos quedamos tomamos unos mates ahí tranquilos hasta que empezó a refrescar.


Al regreso hicimos dedo y una pareja nos dejó sobre la ruta, frente a un shopping, donde nos levantó un muchacho que nos llevó hasta el centro. Después de dar unas vueltas por allí, volvimos al hostel. Marianela y yo salimos con la intención de cenar en la pizzería donde habíamos estado después de nuestra visita al Martial pero nos cansamos de dar vueltas y vueltas tratando de encontrarla. Cuando ya nos habíamos acobardado y emprendimos el regreso, apareció ante nuestros ojos. Disfrutamos de esa pizza como nunca y permanecimos un largo rato en lo que fue una charla repleta de anécdotas y confesiones. Cuando volvimos al hostel, ya casi todos se habían ido a dormir. Me despedí entonces de Marianela y de Laura, acordando que nos encontraríamos la semana siguiente en El Chaltén, luego de mi breve paso por Chile. El abrazo que nos dimos me hizo acordar del comentario que me hizo la primera persona con la que hablé al llegar a Ushuaia: el taxista que me trasladó desde el aeropuerto, al llegar al hostel me había dicho: “yo antes creía que a este hostel sólo venían personas que se conocían entre sí, porque siempre que vengo a buscar a alguien veo que se despiden tan efusivamente como si se conocieran de toda la vida”. Y algo de razón tenía.



Aquella noche, al acostarme, recibí una triste noticia. Un afamado y talentoso director teatral de mi ciudad, compañero desde hacía años había partido de este mundo. La noticia me entristeció mucho. Si de novedades se trataba no había sido aquella una semana fácil: el 2 de enero un llamado de mi familia me puso en aviso de que un telegrama de despido había llegado a mi domicilio, echándome bajo una serie de argumentos insólitos e inverosímiles después de 10 años de servicio. Así iba la cosa, y mi largo viaje a Punta Arenas sería entonces un nostálgico recorrido por evocaciones de la vida ante la inmensidad del desierto patagónico.













2 comentarios:

  1. he leido un salpicadito de tus relatos... me senti muy muy identificado con la que te decia "izquierda!!",jajajajaja.... Mis ronquidos son algo similar; creo por lo que me dicen. jajajajaja

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