Viajar es mi destino: 27-City tour en Cuzco: Coricancha, Sacsayhuamán, Tambomachay, Quenqo, y Puca Pucara

Cusco, Perú — sábado, 16 de enero de 2010

Nos levantamos a las 11 de la mañana dispuestos a cambiarnos de hostel. Ya teníamos el otro reservado más cerca de la plaza de armas. Con las mochilas puestas nos cruzamos a la lavandería de enfrente a dejar un cúmulo de ropa sucia. Mientras estábamos allí se largó a llover muy fuerte. El nuevo hostel sólo quedaba a dos cuadras, por lo que intentamos caminar rápido hacia allí, pero cuando vimos que estábamos completamente empapados y que encima estábamos caminando en la dirección contraria, nos metimos en los negocios que había por allí esperando que pare la lluvia. Para colmo justo unos minutos antes se me había ocurrido quitar el cubremochilas impermeable cuando hacía 5 días que lo tenía puesto.

Cuando aminoró la lluvia seguimos hasta nuestro nuevo hostel. Llegamos chorreando agua. Lo peor fue descubrir que se me habían mojado todos los CD con las fotos y videos que había ido acumulando a lo largo de todo el viaje. Los extendí a lo largo de la cama para que se secaran y mientras nos acomodábamos en el nuevo cuarto descubrí que no tenía en mi poder el boleto turístico del Cuzco (sin el cual no podía realizar las excursiones), así que me volví bajo la lluvia al hotel donde habíamos estado y allí estaban limpiando la habitación. Afortunadamente mi boleto aun estaba sobre la mesita de luz. Si llegaba diez minutos más tarde con suerte lo hubiese encontrado en la basura.

Cuando volvía seguía lloviendo y encima los autos que pasaban por las calles angostas de Cuzco lanzaban terribles baldazos de agua hacia las veredas. Por esquivar el agua terminé metido dentro de una casa, casi cayéndome encima de una cholita.
Habíamos planeado hacer el city tour con los chicos de paraguay pero entendimos mal la dirección y terminamos contratando el tour en otra agencia (está lleno de agencias de turismo una al lado de la otra alrededor de la Plaza de Armas). De todos modos, todas incluyen el mismo paquete: Coricancha, Sacsayhuamán, Tambomachay, Quenqo, y Puka Pukara, diferentes sitios arqueológicos en los alrededores de Cuzco, así que nos encontrábamos a cada rato con los paraguayos.

Coricancha es un templo inca sobre el cual los españoles construyeron el Convento de San Francisco. Lo admirable de este lugar es como se preservan las dos construcciones, una superpuesta sobre la otra. Nuestra visita allí fue bastante complicada porque Matías había olvidado el boleto turístico en el hotel, y tuvo que bajarse del bus, tomar un taxi e ir a buscarlo. El guía le dijo que nos esperase a las tres de la tarde en la vereda del Coricancha. Pero mientras José y yo hacíamos la visita guiada en el templo, el brasilero se dio cuenta que tenía en su bolsillo la llave del cuarto. Pensamos que Matías no podía ingresar a la habitación y a partir de ahí nuestra visita al Coricancha se redujo q tratar de localizar a Matías para darle la llave. Unos 20 minutos después logramos divisarlo en la vereda del templo y a los gritos desde una de las torres José gesticulaba intentando en vano llamar la atención, pero Matías miraba hacia el lado opuesto de la calle tratando de localizar al grupo y al bus, puesto que ya había pasado el horario acordado con el guía.

Luego de la infructuosa visita al Coricancha seguimos viaje hasta Sacsayhuamán, la enorme fortaleza donde se celebra actualmente el Inti Raymi y donde nos sorprendimos con la arquitectura y el tamaño de las rocas. La fortaleza a la que los yanquis llaman “sexi-woman” se encuentra en lo alto de la ciudad y desde allí se tiene una vista privilegiada de todo Cuzco.

Llegó luego el turno de Tambomachay, un hermoso lugar donde los incas rendían culto al agua. Allí, una vendedora me siguió durante todo el camino tratando de venderme un poncho de alpaca que ofrecía primero en 100 soles y luego empezó a reducir el monto llegando a un precio irrisorio. Lo cierto es que todavía me quedaba un largo viaje por delante, mi mochila ya estaba a punto de reventar y no tenía donde meterme el poncho, a no ser que lo llevase puesto en lo que me quedaba del viaje.

El tour siguió en Quenqo y Puca Pucara, dos construcciones incas interesantes pero no tan bellas como las anteriores. Finalmente fuimos a un mercado artesanal donde nos convidaron con té de coca y a las nueve de la noche el micro me dejó en la esquina del Teatro Municipal donde había acordado ir con los paraguayos a ver una obra de teatro de un grupo local. Se trataba nada menos que de una puesta de Taki Ongoy, con un vestuario excepcional, casi sin texto, y algunas coreografías interesantes en las que una de las actrices volaba sobre un arnés. Lo malo no era la obra sino el teatro en sí. La sala estaba atravesada horizontalmente por un pasillo que comunicaba la entrada del teatro con los baños, y a lo largo de toda la obra una multitud de gente que pasaba por la calle, se cruzaba delante de los espectadores para usar los baños del teatro. Para colmo, la sala que estaba casi vacía cuando llegamos, comenzó a llenarse durante el transcurso de la función. El acomodador te encandilaba con su linterna cada dos minutos y hacía pasar a decenas de personas. En un momento me fui a quejar pero no había en el teatro ningún responsable ni otro personal que no fuese el acomodador.

Las noche tuvo dos sorpresas y tuvo que ver con encuentros inesperados. El primero fue mientras cenábamos en la calle Procuradores. Allí, una chica me saludó desde la barra y era nada menos que Thady, una brasilera que desde hacía unos meses me enseñaba portugués por msn y que me había reconocido por la foto del msn. El otro encuentro fue casi al final de la noche, mientras recorríamos los pubs de la ciudad. Sebastián y Chulo, dos de los sanjuaninos que había conocido en Tilcara y con quienes pasé el año nuevo, volvían ya de Machu Picchu y estaban despidiéndose de Cuzco.
Aquella noche cuzqueña la terminamos en el Mc Donalds de la ciudad, muertos de hambre ya que habían pasado unas cuantas horas desde la cena.