martes, 24 de enero de 2012

26-Misahualli: el hall del Amazonas

MISAHUALLI, ECUADOR, martes 24 de enero de 2012



Partí de Tena pasadas las diez de la mañana y antes del mediodía estuve en Misahualli, la puerta de entrada al Amazonas, un pueblo en el oriente ecuatoriano, donde confluyen los ríos Napo y Misahualli. El bus me dejó en la plaza, hacía mucho calor y me dirigí al primer hostal que divisé, frente a la plaza, su nombre era “La Posada”, y me cobraron 10 dólares por una habitación con baño privado.








Al ingresar al cuarto, que era el primero saliendo hacia la vereda, la dueña de “La Posada” fue bien clara con sus recomendaciones: “cierre con llave, nunca deje abierto, pues si se le meten los monos le roban todo, dinero y pasaporte incluidos”. Y efectivamente, después de una ducha, cuando salí del cuarto, dos monos dormían plácidamente en la vereda, bajo la ventana de mi habitación.


Tomé un almuerzo muy rico y económico en el mismo hostal, que tiene un restaurante afuera al aire libre, con una bonita vista de la plaza, donde uno puede entretenerse mientas come algo, observando las travesuras de la docena de monos que la habitan, y es que en la plaza de Misahualli, además de algunos perros, como en todo plaza, viven monos capuchinos.


Después de almorzar me fui a la playita del Río Misahualli, a pocos metros de su unión con el Napo. Pasé ahí la tarde, charlé con algunas personas y me dormí una siesta. El agua estaba fría pero era muy transparente al punto de que se veían los peces con facilidad.







Ya entrada la tarde, llegaron los monos, que antes había visto en la plaza, algunos se colgaban de los árboles mientras emitían terribles chillidos, otros escarbaban la arena buscando comida, otros correteaban y jugaban entre ellos. Alguno le quitaba pulgas a un perro (los pobres perros están estresadísimos de tanto tener que soportar a los monos), y lo más insólito que vi fue a dos chicas que se acercaban a la playa tomando cada una un helado, cuando dos monos saltaron de un árbol encima de ellas, y mientras uno arrebató rápidamente el helado a una, el otro se montó sobre la cabeza de su víctima, quien se quedó dura, gritando de espanto, con sus brazos extendidos, mientras el primate daba vueltas y hacía piruetas sobre el brazo de la chica, hasta quitarle su helado y salir corriendo.




 El pueblo de Misahualli es muy pequeño y no hay mucho para hacer. Después de darme una ducha, ir al cíber, y cenar, me fui a dar una vuelta a la plaza, en la que esta vez los monos dormían, recorrí el muelle y no mucho más. A decir verdad, no tenía sueño, y era demasiado temprano para acostarme pero no había nada interesante que hacer. Lo interesante sin duda vendría al día siguiente. La camarera que me sirvió la cena me lo advirtió mientras servía mis platos: “ahí vienen sus compañeros de tour”, me dijo, conteniendo la risa, y en ese momento, un grupo de once chinos se aglomeró alrededor de unas mesas mientras que no paraban de hablar a los gritos.



Efectivamente, al día siguiente tomé el tour por el Río Napo, que contraté por 20 dólares en el mismo hotel, junto a los once chinos, que a decir verdad eran doce, puesto que viajaba con ellos un niño de un año y medio. El padre del niño era uno de los pocos que hablaba bien el castellano y decía llamarse Luis. Él y otro de los tripulantes trabajaban en la Embajada de China en Ecuador y quienes los acompañaban eran familiares que estaban allí de vacaciones. 


El tour comenzó con un paseo en bote por el río, y la primera parada fue para observar a los “buscadores de oro”. Sí, a mí también me sonó la expresión a “Los cazadores del Arca Perdida”. En realidad, se trata de personas que viven en pequeños poblados de la selva que intentan hallar algo de oro entre todos los minerales que trae la corriente. Nos mostraron el proceso a través del cual lo hacen y en efecto, después de una serie de procedimientos químicos que incluyen juntar agua en una batea, tamizar la arena y luego llevársela a la boca y escupir, los buscadores encuentran pequeñas cantidades de oro en polvo.





















Después fuimos a ver como vive una familia en plena selva: ingresamos a una casa donde una joven ama de casa hizo una demostración de cómo se cosecha y se cocina la yuca. Durante la exposición, el pequeño hijo de la mujer, que no llegaba a cumplir el año de edad, lloró todo el tiempo a moco tendido, asustado por el pavor que le provocaban los chinos que habían invadido su casa, y principalmente el pequeño hijo de Luis, quien se empeñaba en acercarse al niño de la selva para jugar con él. Cada acercamiento derivaba en un nuevo ataque de llanto.




Más tarde, provistos de botas de goma, hicimos una caminata por la selva, entre bichos, árboles, mucho barro, ramas y raíces gigantescas. Fue sorprendente ver como Luis hizo todo el trekking con su pequeño hijo cargado en los brazos, aun cuando se hundía en el barro, y cuando tropezaba, al igual que todos, con los troncos y la espesa vegetación.



Fuimos luego a darnos un chapuzón en el agua, aunque al final fui el único que lo hizo, ya que los chinos tenían frío. Algunos incluso, estuvieron  unos veinte minutos cambiándose detrás de las ramas, y aparecieron vistiendo sungas, pero enseguida se arrepintieron y volviendo a vestirse se subieron al bote. Yo sin embargo, estaba a gusto en el agua, ya que era el único modo en que mis piernas se sentían felizmente relajadas, y es que lo que no mencioné hasta ahora, es que durante toda la noche había sentido un fuerte picor en las piernas, y me había despertado con ambas piernas desfiguradas por las ronchas que me habían dejado los mosquitos. Me siguieron picando todo el tiempo mientras hacía el tour, y las sentía como adormecidas. Tenía que hacer un gran sacrificio para no rascarme, y solo el agua fría del río me calmaba un poco.  


Visitamos también un “Centro de rescate de animales”, que es algo similar a un zoológico, donde casi todos los animales están encerrados, a excepción de los monos, con la diferencia ninguno se encuentra allí por mera exposición, sino que están siendo rehabilitados, o bien en peligro de extinción. Allí, pagamos una entrada que no estaba incluida en el tour, y un joven voluntario alemán que hablaba castellano con acento peruano nos hizo de guía. “Ahorrrrita les muestro”, decía. El paseo estuvo interesante y aproveché para comprar una pomada elaborada con productos naturales, que era anestésica y combatía la inflamación causada por picaduras de insectos.


Luego del almuerzo en un bar sobre la costa del río, Carlos, nuestro guía, nos propuso a hacer tubing, o sea, tirarnos sobre una cámara de aire y dejarnos llevar por la corriente del río. También en esta ocasión era el único predispuesto para la aventura, pero después se sumó Luis, y otro hombre más, y los tres navegamos gran parte del río de aquella forma mientras los demás nos sacaban fotos desde el bote. El problema para volver a subir fue que llegamos a un sector donde la corriente era muy rápida y los chinos se habían subido al bote dejando las cámaras en el agua, por lo que yo tuve que ir a buscarlas mientras Carlos me seguía por todo el río tratando de que la corriente no siguiese alejándome. 

Ya de regreso, pasamos por el pueblo de Ahuano, en el que visitamos un mercado artesanal y nos mostraron como trabajaban la cerámica, y finalmente, paramos en otro pueblo en el que los nativos representaron una danza, nos ofrecieron una extraña bebida que los chinos se negaban a probar. Además exhibieron una serpiente que guardaban y otras extrañezas, que no formaban parte de su vida cotidiana, sino más bien de una puesta en escena para los turistas. 

Me despedí de los doce chinos, y de Carlos, cené en el lugar de siempre y agradecí a la señora por su gentileza y por los ricos desayunos que preparaba, me di una ducha, preparé mi equipaje y atravesé la plaza, no para despedirme de los monos, sino para esperar algún bus que me llevara hasta Tena a fines de viajar a Quito esa noche. Ya había averiguado que un bus partía desde Tena a las doce y media de la noche, y recién eran como las diez, pero sin embargo, los taxistas me dijeron que ya no había buses a esa hora, que esperara alguna de las camionetas que suelen llegar desde Tena y que trabajan a modo de colectivo. Así lo hice y en pocos minutos estaba subido en una de ellas, con otras personas, camino a Tena, donde llegué en poco más de media hora.



El viaje a Quito se me pasó volando, dormí casi todo el tiempo, apenas me despertaba cada tanto por la picazón de mis piernas, por lo que decidí, después de untarme con la pomada que había comprado, ponerme dos pares de medias, bien apretadas, que detuviesen un poco la circulación y evitasen tanta molestia. Avisé al chofer que me avisara cuando llegáramos al barrio La Mariscal, y por suerte, el hombre se dignó a despertarme ya que al llegar, yo dormía como un bebé. El viaje había durado como dos horas menos de lo previsto, era todavía de noche, y dormido como estaba me subí al primer taxi que vi. No era una buena hora para andar solo y cargando equipajes nada menos que en Quito. Me preguntaba a qué velocidad habría andado el micro, en plena noche y en aquellas alturas, para haber llegado a destino con tanta anticipación. Pero el problema ahora, era conseguir un lugar donde hospedarme a esa hora de la madrugada, tarea que no fue para nada sencilla.



















No hay comentarios:

Etiquetas

Altiplano Boliviano (3) Año nuevo (4) Arequipa (3) Arica (2) Baños (1) Bariloche (2) Belo Horizonte (2) Cabanaconde (1) Canoa (1) Cañón del Colca (1) Cataratas del Iguazú (1) Chile Chico (1) Chiloé (1) Chinchero (1) Chivay (1) Colonia (1) Congonhas (1) Copacabana (2) Cotacachi (2) Cotopaxi (1) Coyhaique (3) Cuenca (4) Curitiba (1) Cuzco (7) El Bolsón (1) El Calafate (4) El Chaltén (5) El Cisne (1) Encarnación (1) Esquel (2) Floreana (1) Florianópolis (1) Frutillar (1) Futaleufú (2) Géiseres del Tatio (1) Guayaquil (2) Humahuaca (2) Ibarra (1) Ilha Grande (2) Ingapirca (1) Iquique (6) Isabela (1) Isla del Sol (1) Islas de los Uros (1) Islas Galápagos (9) Jesús de Tavarangué (1) La Paz (4) La Quiaca (1) La Tirana (1) Latacunga (1) Loja (2) Los Antiguos (2) Maca (1) Machu Picchu (5) Maras y Moray (1) Mariana (1) Matilla (1) Misahualli (1) Misiones (1) Mitad del Mundo (1) Mollendo (1) Montañita (3) Montevideo (1) Niterói (1) Ollantaytambo (1) Otavalo (1) Ouro Preto (3) Paraty (1) Petrohué (1) Pica (1) Písac (1) Porto Alegre (1) Posadas (1) Potosí (2) Puerto Ayora (4) Puerto Guadal (1) Puerto Iguazú (3) Puerto López (2) Puerto Montt (2) Puerto Natales (2) Puerto Río Tranquilo (2) Puerto Varas (1) Puno (3) Punta Arenas (2) Purmamarca (4) Puyehue (1) Quilotoa (1) Quiroga (1) Quito (5) Río de Janeiro (4) Salinas Grandes (1) Salta (3) San Ignacio (3) San Martín de los Andes (1) San Pablo (1) San Pedro de Atacama (4) Santa Cruz (7) Sillustani (1) Sucre (1) Tacna (3) Tena (2) Tilcara (2) Tiwanaku (1) Torres del Paine (1) Trinidad (1) Tupiza (1) Turi (1) Ushuaia (8) Uyuni (3) Vilcabamba (3) Villa La Angostura (1) Villazón (1) Yanque (1)

Visitantes del mundo